La cocina de los frutos secos: un ‘chute’ rico y saludable
Píldoras de pura energía, chutes proteicos y saludables. Ésas son las credenciales actuales de los frutos secos. Pero antes que los personal trainer y los nutricionistas, romanos y árabes ya les dieron uso culinario. Según diferentes teorías sobre su origen, los primeros habrían implantado en la Península algunos platos con almendras y los segundos habrían importado un amplio recetario con estos alimentos cuya composición de agua es inferior al 50%. Y hasta en la Edad Media se cocinaban reconstituyentes gachas con cereales y frutos secos. El lado dulce A lo largo del tiempo, su uso en la repostería -atribuido a los árabes- ha dado mucho juego. La almendra, pelada y tostada, es eje de dulces navideños como el turrón (masa basada en una cocción de miel); el mazapán (una masa similar rellena los fardelejos riojanos) o el polvorón (pequeña torta de almendras molidas y manteca de cerdo, procedente de Estepa, Sevilla). De almendras pulverizadas mezcladas con huevo y azúcar es la tarta de Santiago (similar a la de Elche), pero también hay dulces vascos como la pantxineta (pastel de hojaldre relleno de crema pastelera y cubierto de almendras), o las tejas, pasta con la almendra entera bañada en yema de huevo. Sanos y también de alta cocina Los frutos secos están catalogados entre los alimentos más energéticos; son ricos en proteínas y grasas buenas, tienen propiedades antioxidantes y son portadores de unas cuantas vitaminas. A su favor, juega su disponibilidad durante todo el año (en primavera, es opción el fruto tierno). Como materia prima saludable, son buen ingrediente en ensaladas y boles de formatos como Honest Greens. Y es que hasta la alta cocina se ha rendido a su encanto....
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